En este año tan amargo muchos hemos deseado que llegue ya el verano para recuperar, al menos, una parte de esa vida que ha quedado en suspenso durante tantos meses. Y queremos recibirlo con poesía, con versos que hablan de esperanza en un tiempo de “frutales cargados” y “tardes azules” y también del asombro ante los “milagros” cotidianos que nos rodean todos los días.
En las tardes azules de verano iré por los senderos,
picoteado por el trigo, a pisar la hierba menuda:
Soñador, sentiré su frescura en mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda.
Ya no hablaré ni pensaré nada,
pero el amor infinito ascenderá en mi alma,
e iré lejos, muy lejos, igual que bohemio,
por la Naturaleza, feliz como junto a una mujer.
– Arthur Rimbaud.