Poema: Art Déco

Perlas y brillantinas
adornan su elegancia
con el perfil de los deseos
abrazado en la madera.
Su alma,
arropada entre los miedos,
espera el abrazo de unas manos
sin otra escolta que el aire
ni más querubines que el cielo.
Una libélula de cristal
le habló de Salamanca,
de una casa en la ribera
con reflejos de la luna
asomados a su ventanal,
de postales enmarcadas,
de esmaltes y miniaturas,
de jarrones…
Y hasta un piano negro
con teclas de marfil
que, al llegar las noches
no deja de sonar.
Le ha hecho soñar con sus alas
en azulejos de arlequín
y abanicos de bailarina.
Quiere estar abrazada
a una niña con farolillo,
a payasos en su cintura
y al monosabio violinista
autómata de fantasías.
No deja de pensar en muñecas,
en melodías de organillo
y en el pícaro con cigarro,
que a las bellezas de baño
mira entre las vidrieras.
Se ha enamorado del bronce,
del mármol y las valquirias.
Quiere ser criselefantina
con forma de perfumero
y un acristalado corazón
enamorado de las caricias.
Pretende escuchar mis versos
entre el eco de los rincones,
con su vestido negro,
una pierna elevada
y la elegancia de las flores.
Promete cumplir su sueño
bailando con las palabras.
Su ilusión jamás descansa,
añora ser caja de música
entre cristales y vitrinas
que adornan la Casa Lis,
o una porcelana esmaltada
que bailara bajo la lluvia
de algún barrio de París.
Han besado su brazo
alas de mariposa
con rima sepia
de un poema en blanco.
Ya se siente señora,
árbol con madera de bronce
y una modesta Salomé
con brillos en la mirada,
rizos de terciopelo
y una sonrisa grande
dibujada sobre su cara.

– FRANCISCO A. MARTÍN IGLESIAS